30 de diciembre de 2012

¿EXISTEN OTRAS ISLAS MISTERIOSAS COMO FRIENDSHIP?

SAN BORONDON - LA OCTAVA ISLA

Para los habitantes de las Islas Canarias es totalmente familiar y cotidiano hablar de San Borondón, la octava Isla Canaria. Las siete islas Canarias son: Lanzarote, Fuenteventura, Gran Canaria, La Palma, Gomera, Hierro, y Tenerife, islas españolas tienen su ubicación geográfica, más cerca de las costas africanas que de la Península misma de España.


La realidad de San Borondón es totalmente asumida, ya que existen documentos, mapas, y pasajes históricos donde se menciona esta octava isla. La realidad y existencia de esta esquiva isla, ha permanecido en el sentir interno canario durante siglos enteros.


San Borondón, ya aparece reflejada en un mapa anónimo del siglo XVI, todo esto indica que no es un mito recién creado, sino que viene de hace más de 500 años.


Los antecedentes históricos son abundantes, es así como en el siglo II de Nuestra Era Claudio Ptolomeo, astrónomo, matemático y geógrafo en su Guía Geográfica


(Libro IV-6-34) hace una descripción de las Islas de los Bienaventurados, Insulas fortunatas en latín, Makáren Nesoi en griego, hoy Islas Canarias, comenzando por Aprósitus Nesos y cinco más del Archipelago. Aprósitus podría interpretarse como “isla a la que no se puede llegar o que no se muestra”


El aura de misterio ya estaba en aquella época respecto a este lugar, pues debido a sus características y comportamientos extraños, como el de aparecer y desaparecer o esconderse tras una cortina de niebla, nube o humos, logro ser denominada de varias formas más. Algunos de estos nombres fueron La inaccesible, La Nom Trubada, La Encubierta, La Perdida, La Encantada, y algunos otros más.

La isla adquiere una real dimensión cuando el monje San Brendán de Cluainfort, quien nació en la ciudad de Tralea en el 484 escucha de boca de otro monje de nombre Barinto, un relato increíble, donde dice haber estado en una isla junto con otro monje, que suponían que era el paraíso, en aquel lugar nunca se ponía el sol, la luz acompañaba tanto de día como de noche, no había necesidad de comer, ni beber. El suelo era de piedras preciosas y su flora era abundante, rica en árboles frutales y aves maravillosas. Ríos de aguas dulces y tranquilas, eran el límite de donde vivían hombres santos. Todo esto fue comunicado por un ser luminoso que tomaron por un ángel. Curiosamente el relato menciona que cuando regresaron de la estancia en dicha isla, que para ellos fueron 15 días, para el resto de los monjes que los esperaban fueron el período de un año terrestre.


Al escuchar esta historia tan sorprendente y quizás inspirados en un sentir místico de encontrar ese paraíso, San Brendán decide embarcarse con San Maclovio en una nave hecha de pieles de animales impermeabilizada, con velos y remos, además de la compañía de otros 14 monjes. Este viaje duro siete años viajando por mares misteriosos llenos de criaturas extrañas, gigantes y desembarcos en islas enigmáticas. Es así como describen que un día al desembarcar en una de estas islas para celebrar el rito de Pascua, la isla comenzó a moverse, lo cual hizo embarcar rápidamente a los monjes. San Brendán expresa en sus escritos la siguiente explicación respecto a este fenómeno:


“Dios me reveló esta noche en visión este misterio. No es una isla allí donde estuvimos, sino pez, el primero de todos los que nadaron en el mar. Anda siempre queriendo estirar la cabeza hasta la cola y no puede por la longitud, Es ese pez al que llaman Jasconio”


Este viaje esta pleno de aventuras y peligros, es así como la lucha contra una ballena, un grifo y cíclopes y gigantes no están ausentes en este viaje. Incluso San Maclovio resucita a un gigante muerto que le denominan Mildum, quien les relata ciertas costumbres de los nativos de la isla donde se encontraban, que al parecer tenían ciertas nociones cristianas lo que resulta bastante curioso. El gigante muere a los quince días tal como lo indica San Brendán y así pudo gozar de la gracia del paraíso. Recordamos en este punto a los lectores que los antepasados de los canarios, denominados “guanches” tenían una gran altura y desarrollaron toda una cultura en aquellas islas que hasta ahora se estudia y se trata de identificarla con exactitud.


Adentrándonos un poco en la cultura guanche canaria, podemos decir que existen indicios de presencia egipcia en estas islas de tiempos pretéritos. Esta teoría la apoya estudios etnográficos, arqueológicos y semánticos. Existen múltiples coincidencias entre ambas culturas, que van desde el sistema de agricultura empleado, hasta lo religioso, ya que adoraban al sol como máxima divinidad, sacrificios rituales y una casta sacerdotal ligada al poder, los hacia guardar especial memoria y honra a los difuntos, y preservar la corrupción en los cadáveres momificándolos.


Dado que de este pueblo no existen pruebas escritas que certifiquen esta conexión debemos atenernos a pruebas como las descritas, pero sí los restos humanos encontrados a la fecha nos hablan de un pueblo vigoroso, de estatura alta, fuertes, pelos claros casi rubios, y de piel blanca. Sin olvidar las pirámides tan peculiares que se encuentran en estas islas, como la Pirámide de Breña Baja (La Palma)


Otros investigadores como es el caso en concreto de Emiliano Bethencourt, mencionan dioses de la Grecia Antigua transplantados a Canarias y que de alguna forma fueron los primeros dioses antiguos de la Atlántida. Según este estudioso “existen construcciones al Norte de Africa, en Lixus y Catania, que estarían relacionadas con misteriosos restos ciclópeos encontrados en diferentes zonas de las Islas Canarias que, serían la prueba de la existencia de una civilización primigenia que provendría de la extinta Atlántida”.


Podemos pensar que las descripciones de la época se refieren a estos guanches que habitaban las Islas Canarias y que el gigante Mildum que menciona San Maclovio, podría haber sido uno de estos individuos. Ahora la pregunta es ¿Los guanches de donde provenían? ¿Antiguos atlantes supervivientes?


Todos estos relatos de San Bendrán y su acompañante San Maclovio, concluyen mencionando una isla rodeada de espesas y negras tinieblas, donde desembarcan y luego de estar los monjes un día solar, al traspasar nuevamente la barrera de nieblas comprueban que habían transcurrido cuarenta días de un calendario normal.

He aquí los hechos, lógicamente muy resumidos, que conectan el nombre de San Bendrán, deformado a los años posteriores como San Borondón. (Adaptación Raúl Núñez)

Para seguir informándose sobre este tema:
http://www.iiee.cl/r_san_brendan.html