20 de febrero de 2010

CRONICA HISTORICA - 21-FEBRERO-1345
LA MISTERIOSA “LLUM” (LUZ) DE MANRESA
El “milagro” que trajo el agua a la ciudad
La Misteriosa Llum acabó con el conflicto que enfrentaba a la ciudad con el obispo de Vic a causa de una acequia / Aquel episodio propició un minitrasvase del Llobregat / La capital del Bages continúa recordando aquel episodio
Desde hace seis siglos y medio, Manresa celebra un fenómeno milagroso. Una misteriosa luz, que se proyectaba desde el lado de Montserrat, hizo que el obispo de Vic levantara las sanciones de carácter espiritual que pesaban sobre los manresanos, lo que significaba que aquellos ganaban un largo pleito para conseguir el paso de las aguas del Llobregat mediante una acequia cuya construcción había autorizado Pere III, rey de Cataluña, Aragón y Valencia. La providencial luz procedente de Montserrat había abierto los ojos al prelado quien, impresionado por el milagro, abandonó su intransigente actitud.
La sequía, como no, fue la principal causa del conflicto. Hacia 1333, la ausencia de lluvias hizo que el ganado pereciera y que buena parte de la cosecha se agostara. Tras varios años en esta situación, luchando en vano contra la miseria y la esterilidad de las tierras de la comarca, el consejo municipal planteó la imperiosa necesidad de desviar el agua del Llobregat y hacerla llegar hasta Manresa. En este sentido, los regidores Jaume d'Artes, Bertrán de Castellbell, Bernat de Sallent, Pere Vilella, Jaume Amargos y Berenguer Canet solicitaron una real autorización para proceder a la traída de aguas del Llobregat al término de Balsareny, y de allí conducirlas a Manresa. En octubre de ese mismo año dieron comienzo las obras para construir una acequia en Balsareny, pero la iniciativa topó con los intereses de la Mitra de Vic en el término de Sallent. La oposición del obispo, Galcerà Sacosta, se fundaba en los grandes perjuicios que ocasionaría el trasvase a sus súbditos y a la diócesis debido a los numerosos molinos movidos por la fuerza del agua que el obispado tenía en la zona del castillo y del término de Sallent y que podrían quedar inutilizados por falta de agua.
El prelado impuso penas canónicas muy duras a los miembros del consejo y a la ciudad de Manresa que, durante cinco años se quedó sin culto en sus templos, al tiempo que se ordenaba la paralización de las obras de la acequia. El enfrentamiento entre Galcerà Sacosta y los manresanos condujo, en 1345, a una serie de manifestaciones y revueltas populares pidiendo una solución al angustioso conflicto que vivía la ciudad. Finalmente, el 19 de noviembre de ese mismo año llegó la firma de un acuerdo entre la ciudad de Manresa y el nuevo obispo de Vic, Miquel de Ricomà, tras la muerte de Galcerà y gracias a los buenos oficios del ilustre jurisconsulto Ramon Saera. El acuerdo, ratificado por el rey y el Papa, permitió el desbloqueo de las obras de construcción de la acequia, que finalizaron en 1383.
La leyenda dice que «el día 9 de las calendas de marzo (21 de febrero del mencionado año), tras la salida del sol, vieron en la capilla del altar de la Santísima Trinidad, en el convento del Carmen de Manresa, una llama fulgurante parecida a una estrella que salía de dicha capilla y se elevaba despacio y suavemente hasta la bóveda». Otros relatos precisan que, sobre las nueve de la mañana, los habitantes de Manresa presenciaron una luz maravillosa y de tal claridad que sobrepasaba la claridad del sol, y esa luz procedía de las partidas de Nuestra Señora de Montserrat. Pasó por encima de la ciudad y se dirigió al monte del Carmen, en una elevación cercana a la muralla, y cuando estuvo ante la iglesia empezaron a tocar las campanas por sí solas. Todas las versiones han sido posteriormente motivo de controversia entre estudiosos e historiadores.
Hay que tener en cuenta que, antiguamente, se congregaban en Montserrat la mayoría de brujos y gentes nigromantes que cultivaban las prácticas de la magia, atraídos por la creencia de que las fuerzas energéticas de la montaña otorgaban gracias y virtudes ilimitadas para sus actividades. Esta creencia en el valor vigorizador y renovador de Montserrat se había extendido tanto que eran muchos los que peregrinaban a la montaña para pasar allí unos días con la finalidad de cobrar energías y salir fortalezidos. La teoría más divulgada afirmaba que la montaña prodigaba su fuerza continuamente y en todo momento, pero que el 27 de cada mes lo hacía con especial poder, particularmente en ese día del mes de enero. Las creencias decían que el tiempo que hace el 27 de enero determina el que dominará el resto del año. Si ese día no llueve y el 30 tampoco, el mes de febrero será benigno y templado, según el viejo refrán.
Uno de los gozos dedicados a la milagrosa Luz en 1345 por Ignasi Abadal establecía una relación de causa efecto ente la luz y el agua: «Por el agua que pasaba/ por las tierras del Obispo/ estaba en gran entredicho/ esta tan noble ciudad/ Siete años continuamente/ duró la tal desventura/ hasta que llegó la cura/ de mano del Omnipotente
Cada año, por estas fechas, la capital del Bages conmemora la Misteriosa Llum de Manresa. La población se concentra en la explanada del castillo de Balsareny, donde se les explica la historia de la acequia, que puede contemplarse perfectamente desde el castillo. El programa dura varios días e incorpora los tradicionales gigantes y cabezudos.
ROGER JIMÉNEZ
El Mundo